jueves, 30 de abril de 2009

EL ARTE DEL CHAMANISMO

Considerando el arte como medio de conexión con una fuerza que trasciende al ser humano, entendemos desde este punto la presencia del chamanismo como
el arte de sanación y evolución de la persona.
Hablamos del chamán como el intermediario entre el mundo visible y el invisible,
pues es él quien tiene la capacidad de viajar a través de los reinos del mundo invisible
y traer al plano físico un beneficio para la persona o la comunidad.
Para el chamán la esquizofrenia es conocida como un caso de posesión, en el cual
una entidad oscura, moradora de un oscuro reino invisible, o bajo astral, entra dentro
de la persona y anula su voluntad, de esta forma la conciencia del afectado es desterrada, cosa que el chamán se encargará de ir a buscar para hacerla regresar e instalarla de nuevo
en el cuerpo del paciente, restaurando así la salud del individuo. También se encarga
de ahuyentar al espíritu o entidad que se ha apoderado de la conciencia del individuo.

En Borneo, por ejemplo, la posesión por los espíritus y el chamanismo extático,
se entremezclan continuamente. Entendemos por chamanismo extático un viaje al reino invisible producido por un estado alterado de conciencia gracias a alguna planta sagrada como el peyote, ayahuasca entre otras, o bien mediante cantos e invocaciones a entidades superiores, y sonido de tambor u otro instrumento afín.
Para los Begawan, la enfermedad es consecuencia de la pérdida del alma,
que el chamán debe recuperar, por ello, al son de un instrumento de cuerda, la mayoría de comunidades lo hacen mediante tambores, cánticos o el sonido de la serpiente,
entra en un trance en el cual “hace viajes astrales para localizar el alma de la persona
enferma y arrebatarla por la fuerza de las manos de aquello que se haya apoderado de ella”.
Tal empresa es un acto que tan sólo alguien muy preparado para ello puede hacerlo,
así pues, para poder llegar a ser chamán encontramos unos requisitos claves:
Normalmente se transmite de padres a hijos, sin embargo nadie puede convertirse en
chamán sin antes “haber sido llamado mediante un sueño,
o haber tenido una visión y siempre después de haber pasado unas concretas y muy difíciles pruebas en las cuales debe trascender del estado común al de visionario y
mediador entre los dos mundos”. Para ello primero debe curarse mágicamente él mismo
y luego resucitar, antes de que pueda curar a otros con el poder de los espíritus
que ahora encarna. Su transformación -en contraste con la típica recuperación por parte del médium de un yo teóricamente inalterado por la experiencia de la posesión-
es equivalente a una muerte y renacimiento, a menudo renovándose en cuerpo tanto como
en espíritu con la reposición de sus órganos internos.
Es la búsqueda de su propia transformación en un ser que ni él mismo
puede imaginarse del todo.
Así pues cuando regresa con su gente, aparece como un ser extraño, ya no es el mismo quien regresa, ahora es la persona trascendida. Desde entonces
vive en otro plano distinto de la comunidad, a pesar que en todas las relaciones ordinarias no haya nada especialmente notable en él.
Al chamán una vez pasadas sus pruebas le es asignado un espíritu tutelar, que le guiará y le acompañará en todas sus acciones. Es de vital importancia para su seguridad y el éxito de la sanación esta alianza con el espíritu tutelar, que bien puede ser un antepasado o un ser de un nivel superior de conciencia, eso depende del estado evolutivo del chamán.

Todo chamán yámana mantenía una íntima relacción con un espiritu tutelar, al que invocaba con cantos aprendidos durante su visión. Mientras cantaba la enfermedad, caía cantando en un semitrance, durante el cual pedía consejo y ayuda a su espíritu tutelar.

El chamán ve en estados de vigilia controlados lo que los demás sólo ven en sueños,
ha obtenido el poder espiritual no por medio de drogas o violentos frenesíes, sino gracias a una tranquila receptividad, meditación y recogimiento; sus poderes no son una aberración psicopática sino la extensión hasta un “alto grado” del estado sagrado que comparten todos los miembros iniciados de su tribu. Así pues, ya que se ha esforzado por ir más allá de lo dado, en su búsqueda de un conocimiento visionario que lo ponga en contacto con los antepasados totémicos del tiempo del sueño, vive en un plano distindo de aquellos que no han sido desmembrados y renovados ni han dejado su cuerpo atrás en el vuelo celestial del extático espíritu. Así pues, según Eliade, “vive simultáneamente en dos mundos: junto a la tribu
y en el reino sagrado de los comienzos, cuando los Seres Primigenios estaban presentes
y actuaban en la tierra”.
El es, único entre los vivos, un vínculo entre ellos; él permite que la sociedad se adapte a un cambio permanente mientras conserva su apariencia uniforme, pues él encarna, en su inquieta búsqueda por rebasar lo dado, la creatividad primordial, que nunca ha desaparecido totalmente del mundo aparentemente estático al que ello dio forma en el Sueño.

NUESTRA HERENCIA CHAMÁNICA
Evidentemente, los chamanes también hacen otras cosas además de viajar a la realidad no ordinaria. Algunas de ellas, tales como hablar con las plantas, los animales y el conjunto de la naturaleza, pueden parecer extrañas en nuestra cultura.
Desde el punto de vista de la psicología occidental, estas actividades parecen neuróticas o propias de un perturbado mental.
No obstante, nuestros antepasados las practicaron y lograron sobrevivir tres millones de años, mientras que en los países “civilizados” de la actualidad, en los que la gente no se comunica ni con el planeta ni con sus habitantes, nos enfrentamos, por incomunicación tal vez, a la posibilidad de una destrucción nuclear y de una gran catástrofe ecológica. De estos hechos podemos deducir nuestras propias conclusiones, en cuanto a la mayor sensatez de unos o de otros supuestos culturales.
Los chamanes afirman que debemos hablar con las plantas y los árboles, así como con los animales y las rocas, porque nuestras vidas y nuestros espíritus están vinculados a los suyos.
En las culturas chamánicas todo se considera interrelacionado e interdependiente. Todo está vivo. ¿Cómo podemos comprovar esta afirmación? Comunicándonos.
A pesar que la palabra chamán procede de Siberia, el propio chamanismo es una tradición extendida por todo el mundo.
Se ha practicado en todos los continentes habitados y en Occidente, por ejemplo, sólo ha sido eliminado debido a la influencia de la Iglesia, con la inquisición. También el imperio romano trató de exterminar todo el druidismo que pudo, entendiendo por druida al chamán
de la cultura celta.
Llegamos a la conclusión que cualquier dictadura irá a erradicar todo atisbo que ayude a la persona a ser fuerte y librepensadora, con lo cual el chamanismo era una amenaza peligrosa para el sistema.
El chamanismo no es una tradición espiritual exclusivamente oriental u occidental, es simplemente una tradición humana común, destruida por la aparición de religiones estatales.
En el chamanismo cada uno es su propio profeta, y obtiene revelaciones espirituales directamente de las fuentes más elevadas.
No es necesario un intermediario que conecte a la persona con su divinidad interior, el chamán sólo acompaña y no interfiere en el proceso de la persona.
Así pues si cada uno es su propia autoridad, la posibilidad de crear un monopolio basado en el privilegio de acceso o el derecho a interpretar las palabras de unos pocos profetas oficiales o libros sagrados es sumamente remota.
Basta con examinar la história y veremos de quee forma cruel han tenido lugar muchas eliminaciones de chamanes por parte de las autoridades de los diversos tipos de religiones estatales, a lo largo de lo que denominamos civilización.
Ahora estamos en una época en que la Iglesia ya no goza del poder absoluto de antaño.
En algunos casos sigue ostentando cierto poder, como por ejemplo en Escandinavia, donde los misioneros luteranos todavía les prohíben el uso del tambor a los lapones (¡probablemente porque saben que funciona!). Aunque en general vuelve a ser legal la práctica del chamanismo en Occidente.
Estamos saliendo de la era del oscurantismo, de camino a nuestra real casa.
Es un retorno a comportarnos como verdaderos seres humanos, volviendo a una visión más sana y sensata que poseíamos con anterioridad a la fundación de la Iglesia y el Estado.
Prueba del progreso en esta vuelta a nuestras raíces es el hecho de que ahora los “viajes chamánicos” se denominan “visualización”, e incluso esto es aceptado en determinados círculos oficiales.
Importante aclarar que el auténtico viaje chamánico va mucho más allá de lo denominado “visualización”.
Siguen existiendo muchos prejuicios contra el chamanismo, basado principalmente en una idea errónea de lo que es.
En realidad consiste simplemente en volver a nuestra naturaleza humana real, viendo y viviendo desde una verdad intrínseca y coherente con la vida y la armonía y estableciendo así de nuevo un contacto con las plantas, los animales y con el planeta.
Por consiguiente, cuando alguien de la civilización occidental afirma que el chamanismo no es idóneo para él, lo que está diciendo en realidad –probablemente sin saberlo- es que no desea ponerse espiritualmente en contacto con el planeta, con sus seres vivientes y con su propio corazón.
Aunque tal vez no sea esto lo que pretende decir. Lo más probable es que ignore lo que el chamanismo es en realidad.

Bibliografía, EL VIAJE DEL CHAMÁN, varios autores, Editorial Kairós, de donde se ha extraído la mayor parte del artículo final cuyo autor es el antropólogo Michael Harner.
LA BÚSQUEDA ESPIRITUAL, Robert M Torrance,
Editorial Siruela.

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