jueves, 30 de abril de 2009

EL ARTE DEL CHAMANISMO

Considerando el arte como medio de conexión con una fuerza que trasciende al ser humano, entendemos desde este punto la presencia del chamanismo como
el arte de sanación y evolución de la persona.
Hablamos del chamán como el intermediario entre el mundo visible y el invisible,
pues es él quien tiene la capacidad de viajar a través de los reinos del mundo invisible
y traer al plano físico un beneficio para la persona o la comunidad.
Para el chamán la esquizofrenia es conocida como un caso de posesión, en el cual
una entidad oscura, moradora de un oscuro reino invisible, o bajo astral, entra dentro
de la persona y anula su voluntad, de esta forma la conciencia del afectado es desterrada, cosa que el chamán se encargará de ir a buscar para hacerla regresar e instalarla de nuevo
en el cuerpo del paciente, restaurando así la salud del individuo. También se encarga
de ahuyentar al espíritu o entidad que se ha apoderado de la conciencia del individuo.

En Borneo, por ejemplo, la posesión por los espíritus y el chamanismo extático,
se entremezclan continuamente. Entendemos por chamanismo extático un viaje al reino invisible producido por un estado alterado de conciencia gracias a alguna planta sagrada como el peyote, ayahuasca entre otras, o bien mediante cantos e invocaciones a entidades superiores, y sonido de tambor u otro instrumento afín.
Para los Begawan, la enfermedad es consecuencia de la pérdida del alma,
que el chamán debe recuperar, por ello, al son de un instrumento de cuerda, la mayoría de comunidades lo hacen mediante tambores, cánticos o el sonido de la serpiente,
entra en un trance en el cual “hace viajes astrales para localizar el alma de la persona
enferma y arrebatarla por la fuerza de las manos de aquello que se haya apoderado de ella”.
Tal empresa es un acto que tan sólo alguien muy preparado para ello puede hacerlo,
así pues, para poder llegar a ser chamán encontramos unos requisitos claves:
Normalmente se transmite de padres a hijos, sin embargo nadie puede convertirse en
chamán sin antes “haber sido llamado mediante un sueño,
o haber tenido una visión y siempre después de haber pasado unas concretas y muy difíciles pruebas en las cuales debe trascender del estado común al de visionario y
mediador entre los dos mundos”. Para ello primero debe curarse mágicamente él mismo
y luego resucitar, antes de que pueda curar a otros con el poder de los espíritus
que ahora encarna. Su transformación -en contraste con la típica recuperación por parte del médium de un yo teóricamente inalterado por la experiencia de la posesión-
es equivalente a una muerte y renacimiento, a menudo renovándose en cuerpo tanto como
en espíritu con la reposición de sus órganos internos.
Es la búsqueda de su propia transformación en un ser que ni él mismo
puede imaginarse del todo.
Así pues cuando regresa con su gente, aparece como un ser extraño, ya no es el mismo quien regresa, ahora es la persona trascendida. Desde entonces
vive en otro plano distinto de la comunidad, a pesar que en todas las relaciones ordinarias no haya nada especialmente notable en él.
Al chamán una vez pasadas sus pruebas le es asignado un espíritu tutelar, que le guiará y le acompañará en todas sus acciones. Es de vital importancia para su seguridad y el éxito de la sanación esta alianza con el espíritu tutelar, que bien puede ser un antepasado o un ser de un nivel superior de conciencia, eso depende del estado evolutivo del chamán.

Todo chamán yámana mantenía una íntima relacción con un espiritu tutelar, al que invocaba con cantos aprendidos durante su visión. Mientras cantaba la enfermedad, caía cantando en un semitrance, durante el cual pedía consejo y ayuda a su espíritu tutelar.

El chamán ve en estados de vigilia controlados lo que los demás sólo ven en sueños,
ha obtenido el poder espiritual no por medio de drogas o violentos frenesíes, sino gracias a una tranquila receptividad, meditación y recogimiento; sus poderes no son una aberración psicopática sino la extensión hasta un “alto grado” del estado sagrado que comparten todos los miembros iniciados de su tribu. Así pues, ya que se ha esforzado por ir más allá de lo dado, en su búsqueda de un conocimiento visionario que lo ponga en contacto con los antepasados totémicos del tiempo del sueño, vive en un plano distindo de aquellos que no han sido desmembrados y renovados ni han dejado su cuerpo atrás en el vuelo celestial del extático espíritu. Así pues, según Eliade, “vive simultáneamente en dos mundos: junto a la tribu
y en el reino sagrado de los comienzos, cuando los Seres Primigenios estaban presentes
y actuaban en la tierra”.
El es, único entre los vivos, un vínculo entre ellos; él permite que la sociedad se adapte a un cambio permanente mientras conserva su apariencia uniforme, pues él encarna, en su inquieta búsqueda por rebasar lo dado, la creatividad primordial, que nunca ha desaparecido totalmente del mundo aparentemente estático al que ello dio forma en el Sueño.

NUESTRA HERENCIA CHAMÁNICA
Evidentemente, los chamanes también hacen otras cosas además de viajar a la realidad no ordinaria. Algunas de ellas, tales como hablar con las plantas, los animales y el conjunto de la naturaleza, pueden parecer extrañas en nuestra cultura.
Desde el punto de vista de la psicología occidental, estas actividades parecen neuróticas o propias de un perturbado mental.
No obstante, nuestros antepasados las practicaron y lograron sobrevivir tres millones de años, mientras que en los países “civilizados” de la actualidad, en los que la gente no se comunica ni con el planeta ni con sus habitantes, nos enfrentamos, por incomunicación tal vez, a la posibilidad de una destrucción nuclear y de una gran catástrofe ecológica. De estos hechos podemos deducir nuestras propias conclusiones, en cuanto a la mayor sensatez de unos o de otros supuestos culturales.
Los chamanes afirman que debemos hablar con las plantas y los árboles, así como con los animales y las rocas, porque nuestras vidas y nuestros espíritus están vinculados a los suyos.
En las culturas chamánicas todo se considera interrelacionado e interdependiente. Todo está vivo. ¿Cómo podemos comprovar esta afirmación? Comunicándonos.
A pesar que la palabra chamán procede de Siberia, el propio chamanismo es una tradición extendida por todo el mundo.
Se ha practicado en todos los continentes habitados y en Occidente, por ejemplo, sólo ha sido eliminado debido a la influencia de la Iglesia, con la inquisición. También el imperio romano trató de exterminar todo el druidismo que pudo, entendiendo por druida al chamán
de la cultura celta.
Llegamos a la conclusión que cualquier dictadura irá a erradicar todo atisbo que ayude a la persona a ser fuerte y librepensadora, con lo cual el chamanismo era una amenaza peligrosa para el sistema.
El chamanismo no es una tradición espiritual exclusivamente oriental u occidental, es simplemente una tradición humana común, destruida por la aparición de religiones estatales.
En el chamanismo cada uno es su propio profeta, y obtiene revelaciones espirituales directamente de las fuentes más elevadas.
No es necesario un intermediario que conecte a la persona con su divinidad interior, el chamán sólo acompaña y no interfiere en el proceso de la persona.
Así pues si cada uno es su propia autoridad, la posibilidad de crear un monopolio basado en el privilegio de acceso o el derecho a interpretar las palabras de unos pocos profetas oficiales o libros sagrados es sumamente remota.
Basta con examinar la história y veremos de quee forma cruel han tenido lugar muchas eliminaciones de chamanes por parte de las autoridades de los diversos tipos de religiones estatales, a lo largo de lo que denominamos civilización.
Ahora estamos en una época en que la Iglesia ya no goza del poder absoluto de antaño.
En algunos casos sigue ostentando cierto poder, como por ejemplo en Escandinavia, donde los misioneros luteranos todavía les prohíben el uso del tambor a los lapones (¡probablemente porque saben que funciona!). Aunque en general vuelve a ser legal la práctica del chamanismo en Occidente.
Estamos saliendo de la era del oscurantismo, de camino a nuestra real casa.
Es un retorno a comportarnos como verdaderos seres humanos, volviendo a una visión más sana y sensata que poseíamos con anterioridad a la fundación de la Iglesia y el Estado.
Prueba del progreso en esta vuelta a nuestras raíces es el hecho de que ahora los “viajes chamánicos” se denominan “visualización”, e incluso esto es aceptado en determinados círculos oficiales.
Importante aclarar que el auténtico viaje chamánico va mucho más allá de lo denominado “visualización”.
Siguen existiendo muchos prejuicios contra el chamanismo, basado principalmente en una idea errónea de lo que es.
En realidad consiste simplemente en volver a nuestra naturaleza humana real, viendo y viviendo desde una verdad intrínseca y coherente con la vida y la armonía y estableciendo así de nuevo un contacto con las plantas, los animales y con el planeta.
Por consiguiente, cuando alguien de la civilización occidental afirma que el chamanismo no es idóneo para él, lo que está diciendo en realidad –probablemente sin saberlo- es que no desea ponerse espiritualmente en contacto con el planeta, con sus seres vivientes y con su propio corazón.
Aunque tal vez no sea esto lo que pretende decir. Lo más probable es que ignore lo que el chamanismo es en realidad.

Bibliografía, EL VIAJE DEL CHAMÁN, varios autores, Editorial Kairós, de donde se ha extraído la mayor parte del artículo final cuyo autor es el antropólogo Michael Harner.
LA BÚSQUEDA ESPIRITUAL, Robert M Torrance,
Editorial Siruela.

miércoles, 22 de abril de 2009

LA MAMÁ DESPRECIADA

Las obras de arte del Árfrica negra, frutos de la creación colectiva, obras de nadie, obras de todos, rara vez se exhiben en pie de igualdad con las obras de los artistas que se consideran dignos de ese nombre. Estos botines del saqueo colonial se encuentran, por excepción, en algunos museos de arte de Europa y de los Estados Unidos, y también en algunas coleccionas privadas, pero su espacio natural está en los museos de antropología. Reducido a la categoría de artesanía o de expresión folklórica, el arte africano es digno de atención, entre otras costumbres de los pueblos exóticos. El mundo llamado occidental, acostumbrado a actuar como acreedor del resto del mundo, no tiene mayor interés en reconocer sus propias deudas. Y, sin embargo, cualquiera que tenga ojos para mirar y admirar, podría muy bien preguntarse: ¿Qué sería del arte del siglo veinte sin el aporte del arte negro? ¿Hubieran sido posibles, sin la mamá africana que les dio de mamar, las pinturas y las esculturas más famosas de nuestro tiempo?.

En una obra publicada por el Museo de Arte Moderno de Nueva York, William Rubin y otros estudiosos han hecho un revelador cotejo de imágenes. Página tras página, se documenta la deuda del arte que llamamos arte con el arte de los pueblos llamados primitivos, que es fuente de inspiración o plagio. Los principales protagonistas de la pintura y de la esucltura contemporáneas han sido alimentados por el arte africano, y algunos lo han copiado sin dar ni las gracias. El genio más alto del arte del siglo, Pablo Picasso, trabajó siempre rodeado de máscaras y tapices del África, y ese influjo aparece en las muchas maravillas que dejó. La obra que dio origen al cubismo, Les Demoiselles d'Avinyó (las señoritas de la calle de las putas, en Barcelona) brinda uno de los numerosos ejemplos. La cara más célebre del cuadro, la que más rompe la simetría tradicional, es la reproducción exacta de una máscara del Congo, que representa una cara deformada por la sífilis, expuesta en el Museo Real del África Central, en Bélgica.


Les Demoiselles d'Avinyó (Pablo Picasso)


Detalles de Les Demoiselles d'Avinyó y Máscara Etoumbi del Congo


Algunas cabezas talladas por Amadeo Modigliani son hermanas gemelas de máscaras de Mali y Nigeria. Las franjas de signos de los tapices tradiconales de Mali sirvieron de modelo a las grafías de Paul Klee. Algunas de las tallas estilizadas del Congo o de Kenia, hechas antes de que Alberto Giacometti naciera, podrían pasar por obras de Alberto Giacometti en cualquier museo, y nadie se daría cuenta. Se podría jugar a las diferencias, y sería muy difícil adivinarlas, entre el óleo de Max Ernst, Cabeza de hombre, y la escultura de madera de la Costa de Marfil, Cabeza de un caballero, que pertenece a una colección privada de Nueva York. La Luz de luna en una ráfaga de viento, de Alexander Calder, contine un rostro que es el clon de una máscara luba, del Congo, ubicada en el Museo de Seattle.

Texto: Patas Arriba: la escuela del mundo al revés - Eduardo Galeano
LA CANCION DE LOS HOMBRES
Tolba Phanem, mujer, poeta, africana.


"Cuando una mujer de cierta tribu de África sabe que está embarazada, se interna en la selva con otras mujeres y juntas rezan y meditan hasta que aparece la canción del niño. Saben que cada alma tiene su propia vibración que expresa su particularidad, unicidad y propósito. Las mujeres entonan la canción y la cantan en voz alta. Luego retornan a la tribu y se la enseñan a todos los demás.
Cuando nace el niño, la comunidad se junta y le cantan su canción. Luego, cuando el niño comienza su educación, el pueblo se junta y le canta su canción. Cuando se inicia como adulto, la gente se junta nuevamente y canta. Cuando llega el momento de su casamiento, la persona escucha su canción. Finalmente, cuando el alma va a irse de este mundo, la familia y amigos se acercan a su cama e igual que para su nacimiento, le cantan su canción para acompañarlo en la transición.
En esta tribu de África hay otra ocasión en la cual los pobladores cantan la canción. Si en algún momento durante su vida la persona comete un crimen o un acto social aberrante, se lo lleva al centro del poblado y la gente de la comunidad forma un círculo a su alrededor. Entonces le cantan su canción. La tribu reconoce que la corrección para las conductas antisociales no es el castigo; es el amor y el recuerdo de su verdadera identidad.
Cuando reconocemos nuestra propia canción ya no tenemos deseos ni necesidad de hacer nada que pudiera dañar a otros. Tus amigos conocen tu canción y te la cantan cuando la olvidaste. Aquellos que te aman no pueden ser engañados por los errores que cometes o las oscuras imágenes que muestras a los demás. Ellos recuerdan tu belleza cuando te sientes feo; tu totalidad cuando estás quebrado; tu inocencia cuando te sentís culpable y tu propósito cuando estás confundido. No necesito una garantía firmada para saber que la sangre de mis venas es de la tierra y sopla mi alma como el viento, refresca mi corazón como la lluvia y limpia mi mente como el humo del fuego sagrado."


ARTE versus COMERCIO
La cultura en peligro de extinción


Este es un artículo publicado por la artista plástica argentina,
Anabella Squiripa en eliceo.com, blog sobre educación, formación y recursos educativos para estudiantes de todas las edades y profesores.

En este artículo, Squiripa expresa su opinión acerca de cómo el arte en sus inicios que estaba siempre al servicio del estado y la religión dejó de ser reflejo divino y se convirtió en un producto para obtener el mayor lucro posible. Presenta también las posturas de Vincent Tounier y Pierre Boudieu frente al debate que plantea: ¿Los intereses comerciales implican un deterioro en la producción artística y cultural?

Para ver el artículo completo, ir al siguiente link:
http://www.eliceo.com/libros/arte-versus-comercio.html

ALEJAMIENTO DEL ARTE OCCIDENTAL DE LOS SENTIDOS Y LA NATURALEZA

¿Cuál ha sido el proceso por el que el arte occidental se ha ido alejando de los sentidos para convertirse, prácticamente, en un elemento más dentro de un sistema de compra-venta de valores? ¿Cuándo se inició la pérdida de contacto con la naturaleza, con todo aquello que nos vincula con nuestra existencia real, al sentir más profundo del alma y no así con lo superfluo?

En realidad, el alejamiento de los sentidos del arte generado en Occidente encierra, además, un prejuicio aún peor, y éste no es otro que su sentimiento de superioridad respecto a las demás culturas, un sentimiento que, a pesar del discurso contemporáneo acerca del diálogo entre civilizaciones, está profundamente arraigado en el imaginario colectivo occidental y que influye terriblemente en su mirada hacia sí mismo y hacia el otro.

Habría que remontarse al nacimiento de la tradición judeocristiana para encontrar las raíces de este pensamiento que marcará la concepción del arte. El rechazo del politeísmo, en el que dioses y diosas entroncaban con la naturaleza o formaban parte directamente de ella, condujo a una concepción inequívocamente patriarcal y antropocéntrica de la religión y, a través de ésta como explicación única del mundo, de la vida. El arte, como reflejo de esta concepción, no podía mantenerse aparte.

Así, las religiones monoteístas –Islam, cristianismo y judaísmo- fueron interiorizando una cosmovisión en la que sólo podía existir una Verdad –la suya-. Todas las demás visiones eran un error, un error que debía corregirse por la vía del convencimiento –misioneros cristianos, por ejemplo- o, incluso, mediante el uso de la fuerza –la conquista de América fue paradigmática en este sentido-.

El alejamiento del hombre de la naturaleza ya había sido señalado. Y de hecho, la naturaleza irá siendo concebida como un objeto al que hay que temer –las plagas bíblicas serían un buen ejemplo de ello- y al que, al fin, dominar. Y si la naturaleza es un “enemigo” también lo son, por supuesto, los sentidos que emanan de ella. Aún hoy, iglesias protestantes prohíben el baile entre sus feligreses, porque consideran que a través de él puede introducirse “el mal”. Es la historia del arte occidental –en el que habría que incluir al islámico- una historia de prohibiciones y, en ocasiones, de resistencias.

Arte plumario cultura quechua.

Pequeñas muñecas utilizadas como ofrenda a los Dioses




En otras latitudes, incluso cuando los gobiernos tomaban la forma de imperios, como en China, la cosmovisión seguía arraigada en la naturaleza. De hecho, en lengua china la palabra naturaleza significa “todo lo que hay entre el cielo y la tierra”, incluyendo tanto al hombre como al insecto más insignificante, ambos en un plano de igualdad. Y es aquí donde estriba la principal diferencia entre la cosmovisión occidental y las demás culturas: el lugar en el que se sitúa al ser humano: dominador o igualitario.

En Asia, por ejemplo, y aún a pesar de que sus sociedades se regían por cánones estrictamente jerárquicos, la separación hombre-naturaleza no llegó a producirse –y en muchos sentidos aún no se ha producido-. Así, por ejemplo, China era conocida también como el “Imperio celeste”, en un claro guiño a su pertenencia al cielo que nos engloba, Corea era “el país de la calma matutina” –una nueva referencia natural- y Japón el país del “sol naciente”. En China el dios del cielo, Shang-Di, otorgaba beneficios o castigos a los hombres a través de los propios fenómenos naturales, en un tipo de relación hombre-naturaleza que también encontramos en la América precolombina y que, en determinadas formas y expresiones ha logrado pervivir hasta nuestro días.

La expansión del antropocentrismo: el fin del arte anónimo y la introducción del concepto mercantilístico de la obra de arte

Las culturas occidentales son, por definición, expansivas. Sin embargo, hasta el siglo XVI su expansión se había limitado a ciertas áreas geográficas muy concretas. Los adelantos científicos y militares llevarían la cultura occidental –a través de sus ejércitos y sus religiosos- hastas los confines del mundo. El colonialismo, entendido éste como la “obligación moral” de dominar al “otro” y de “convertirlo” en uno más de nosotros –o en nuestro sucedáneo- dibujaría el mundo que hoy conocemos.

En esta fase histórica, el arte se convirtió en reflejo de los diferentes avatares que vivía cada cultura. En América hubo expresiones artísticas que desaparecieron por completo, ya que fueron consideradas nocivas desde la nueva cosmovisión que pretendía imponerse. Esto fue especialmente sangrante en el caso de aquellas expresiones artísticas ligadas a las creencias religiosas –de hecho, éstas formaban un todo con la concepción de la vida, no podían separarse-. Fueron, literalmente, borradas del mapa, en lo que podría calificarse como un verdadero Apocalipsis cultural.

Si bien en unos continentes este proceso fue más intenso que en otros, América primero y África sufrieron sobremanera el colonialismo impuesto por las ansias de poder de las culturas occidentales. De hecho, el arte que se producirá en las colonias será sólo –pese al talento innegable de muchos artistas- una burda copia del arte producido en las metrópolis. Los temas, los motivos, los intereses que reflejará, por ejemplo, la pintura colonial americana, no serán más que una imitación de lo hecho en Europa, tenido siempre como modelo y como fuente única de inspiración.

Arte colonial Boliviano
“San Miguel Arcangel”
Melchor Perez Holguin 1708

El alejamiento entre arte y cuerpo humano era ya evidente. En la visión cristiana, por ejemplo, el cuerpo sólo podía ser fuente de pecado y/o de sufrimiento, cuando aparece, lo hace limitada a unos roles muy específicos y, por supuesto, sometida al hombre. Y en todo este proceso no hay que olvidar cómo, progresivamente, el artista anónimo va dejando paso al autor, quien firmará sus obras y se convertirá en un personaje reclamado y disputado por las diversas cortes europeas. El arte queda encerrado en palacios y castillos, inventariado, aparcado en colecciones particulares que sólo servirán para acrecentar el ego de sus propietarios, y alejar el arte de las clases populares.

En el siglo XIX Europa vive una fiebre museística que lleva a las ciudades a competir entre sí por captar colecciones e incluso se “reconoce” el talento de otras culturas a la hora de producir arte, saqueando sus piezas y conduciéndolas a Europa –la expedición de Napoleón a Egipto fue el primer paso de un expolio que aún hoy sigue.

domingo, 19 de abril de 2009


ARTE SAGRADO

La concepción del arte en el mundo antiguo siempre esta vinculada a lo Sagrado.
Lo Sagrado es equivalente a la Realidad, y ella se encuentra en el Centro.
El hombre antiguo siente la necesidad de vivir desde ese Centro, lugar donde reside la posibilidad de comunicarse con los dioses,
el Principio Divino.
Se ve a sí mismo como un microcosmos en el cual todo está relacionado, mediante la vivencia de determinados símbolos se integra en el arquetipo de toda creación.
A modo de ejemplo vemos la columna vertebral como el pilar cósmico de cual surge todo, es el monte Meru, la montaña sagrada de la India por excelencia y todo ello representa el centro, el eje del mundo y del ser.
El arte es una forma de conexión con lo Divino, nos lleva a una dimensión superior, ayudándonos a integrar este Principio Divino, mediante el rito para el beneficio de la persona y de la comunidad.

Veamos un ejemplo de arte en el budismo según este gran estudioso de las religiones llamado Ananda Coomaraswamy:
El artista se retira a un lugar solitario después de la ceremonia de purificación. Allí invocará a las huestes de budas y bodisattvas, a los que dedicará una ofrenda
de flores reales o imaginarias.
A continuación debe lograr con el pensamiento los cuatro estados de ánimo infinitos: la amistad, la compasión, la simpatía y la imparcialidad.
Después meditará sobre el vacío perfecto, llamado sunyata, pues se dice que “el fuego de la idea del abismo destruirá para siempre los cinco factores” de la conciencia del ego. Incluso Goethe decía que “el que alcanza la visión de la Belleza se libera a sí mismo”.
Después de este rito de purificación el artista puede invocar a la divinidad deseada mediante la pronunciación de la palabra clave adecuada, identificándose plenamente con la divinidad que ha de ser representada.
Es al pronunciarse la Palabra Sagrada, el mantra que describe los atributos de la Divinidad cuando ésta se hace visible “como un reflejo” o “como un sueño”, siendo esta imagen la que servirá al artista como modelo.
Este ritual establece las bases para el abandono del principio del pensamiento a favor de la identificación con el objeto de la obra, lo que dará viveza a la imagen final.

Al hombre moderno le cuesta trabajo aceptar que, para determinados seres humanos, lo Sagrado pueda manifestarse en las piedras o en los árboles.
No se trata de la veneración a una piedra o a un árbol en sí mismo. Se trata del hecho de ser reconocidos como manifestación de lo Sagrado, por el hecho de que muestran algo que ya no es piedra ni es árbol, sino lo Sagrado en sí mismo, expresan Energía Divina.

Al manifestar lo Sagrado, un objeto cualquiera se convierte en otra cosa sin dejar de ser él mismo, es decir, una piedra sagrada sigue siendo una piedra, aparentemente nada la distingue físicamente del resto de piedras,
sin embargo para quienes aquella piedra se revela como Sagrada, su realidad inmediata se transmuta y pasa a ser una realidad sobrenatural.
El hombre de las sociedades arcaicas tiene tendencia a vivir lo máximo que puede en lo Sagrado y en la intimidad de los objetos consagrados, está receptivo a experimentar y sentir la energía que emanan los objetos Sagrados.

Lo Sagrado equivale a la Realidad por excelencia, lo Sagrado está saturado de Ser, es principio cósmico de unión y armonía.

La concepción del mundo antiguo parte de que el ser humano forma parte de un todo no dividido, estamos integrados en la naturaleza porque somos naturaleza.

El mundo era visto como una entidad simbiótica en la cual cada ser vivo interactuaba con otro influyéndose mutuamente.
Se veían así mismos como una parte integrante de todo lo que era el mundo visible y el invisible.

La tierra como madre nutritiva y el cielo como padre protector.
La ruptura de esta sensibilidad orgánica vino con el declinar de la sociedad feudal, cuando se desarrollan las primeras ciudades comienza también a emerger el pensamiento analítico, surge la era de la razón.
Así pues lo Divino, representado por Dios como patriarca vigilante y aislado en el cielo, aparece fuera de la naturaleza, aparte de ella.
Esto da lugar a la idea de que lo femenino, lo oscuro y misterioso de la tierra se contraponía a las fuerzas luminosas y sobrenaturales del cielo.
Se comienza a hablar del bien y del mal, pensamiento inadmisible para la mentalidad antigua.
La muerte, asociada a las fuerzas oscuras, se volvió irreconciliable con la vida, en vez de ser una transición, un viaje inevitable en el ciclo de existencia.
La naturaleza en vez de ser una aliada, pasa a ser un enemigo al que había que vencer y conquistar.
El hombre comienza a mantenerse fuera de ella, apartado de ella y por encima de ella.
La tierra dejó de estar íntimamente conectada a las personas, y por el contrario se convirtió en un objeto que podía ser manipulado y explotado.
El principio de unión del mundo antiguo fue sacrificado por el dominio a la naturaleza, desde este punto nació el pensamiento moderno dando lugar a la tecnología y sus derivados, el “progreso”.
Ante esta nueva concepción del mundo se produce un cisma entre lo sagrado y lo profano.
Para explicar y organizar el mundo se creó un conjunto nuevo de valores y creencias. A esta “nueva religión” se la llamó ciencia.
Los cimientos del pensamiento científico fueron enterrados dentro del “materialismo empírico” de Aristóteles, que emerge durante el Renacimiento. Con él la realidad vino a significar aquello que podía ser demostrado materialmente. La materia se entendía como algo concreto, tangible, fijo, y por lo tanto “real”.
El físico Roger Jones comenta lo siguiente sobre el legado de Descartes:
“Su genialidad, que se ha abierto paso limpiamente a través de la densa telaraña del misterio primitivo, ha cortado también nuestra conexión sensible con el universo”

La cooperación armónica de todos los seres surgió no de las órdenes de una autoridad superior externa a ellos, sino del hecho de que todos eran y se sentían partes de una jerarquía de totalidades que formaba un patrón cósmico y orgánico, y todos obedecían a los dictados internos de su propia naturaleza.

Aplicándolo al arte, es desde el sentir, desde la propia conexión interna, que podemos vivenciar un sentimiento profundo de unión con el padre cosmos, con todos los seres y con la madre tierra, es desde el centro del ser, que experimentamos este éxtasis de unión, es desde la experiencia que modificamos nuestra propia naturaleza y la de aquellos observadores de la obra.

El arte no como una teoría intelectual y estética externa, sino como un sentir transcendente.

Para el hombre antiguo todas las artes se conciben de origen divino, por ello tienen un efecto transformador en el cual el artista se convierte en canal en beneficio del prójimo.

En la edad media el artista debe comenzar su preparación de una forma bastante similar al monje budista que hemos visto anteriormente, y sobre todo lo esencial es que esté enteramente entregado a ella, “para él es exactamente lo mismo que estar amando”, es trabajar por amor a Dios, porque la perfección de la obra es “preparar a todas las criatura para volver a Dios”, ya que “en su modo natural, éstas, están ejemplificadas en la divina esencia, y esto será válido incluso si el pintor pinta su propio retrato, la imagen de dios en sí mismo.
Es el sentido que Dios y yo somos uno y en la que todas las obras realizadas desde este sentir están vivas.

“El esplendor supremamente puro de la esencia indivisible ilumina todas las cosas a la vez”.

Tanta experiencia estética pura como le es posible a uno es su garantía de perfección última y de felicidad perfecta. Es como artista-estudioso como el hombre se prepara para volver al principio divino, en tanto que las ve intelectual y sensiblemente.

Desde el punto de vista del maestro Eckhart el significado real del arte:
“Es en el acto de la unidad, de la gran entrega mediante el Amor el artista se consagra al supremo”, “nosotros deseamos una cosa mientras no la poseemos. Cuando la tenemos, la amamos, desapareciendo entonces en el deseo”.

Amante y amado unidos, cielo y tierra en armonía.
En este sentir místico, de unidad, encontramos el punto común del pensamiento antiguo, indígena, asiático, africano y cósmico.
Pertenece a una certeza universal de amor y unidad, el Divino es el mismo sentir para todas las culturas, es éxtasis de amor y gozo y conexión profunda con todos los seres.

Para los artista indios el retrato pintado tenía como función primaria sustituir la presencia del original vivo.
En las historias del vikramacaritra cuenta que el rey está tan apegado a la reina que la mantiene a su lado, incluso en el consejo, cosa desaprobada por los cortesanos, así que el rey consiente en tener un retrato pintado de ella como sustituto de su presencia.
Se autoriza al pintor de la corte ver a la reina: éste la reconoce como una “señora del loto”, y la pinta con las características de una señora del loto, sin embargo se alude al retrato no como una figura, sino como su aspecto intrínseco, su esencia.

El mundo moderno ha olvidado este sentir, este vivir desde el centro, la desconexión con la fuerza sagrada que todos tenemos en nuestra alma nos hace valorar el arte de una forma absolutamente superficial y sin sentido, actualmente se valora más al artista y no a la obra, se ha convertido en un simple comercio intelectualizado.

Si volvemos a conectar con nuestra esencia y volvemos a trabajar desde el respeto, el amor, integrando lo sagrado en cada latido de nuestro corazón, volveremos a sentir esa fuerza de vida y plenitud, gozo y alegría que proporciona el religarte al centro.

El arte debe ser un medio transformante y armónico para todos los seres, es algo trascendente que modifica beneficiando de dentro hacia fuera a todos los niveles.
Creando vamos transformándonos y nuestra esencia, el Ser, comienza a brillar con mas fuerza.

Mi beneficio es el beneficio también para el otro porque todos somos uno, y es desde la unidad que podemos crear y experimentar la energía sagrada.



Bibliografia:
LA DANZA DE SIVA, Ananda Coomaraswami, Editorial Siruela
LA TRANSFORMACIÓN DE LA NATURALEZA EN EL ARTE, Ananda Coomaraswami, Editorial Kairós
ENTRE EL CIELO Y LA TIERRA, Harriet Beinfield y Efrem Korngold, Editorial Liebre de Marzo.